La historia de la manecilla (☞), peculiar signo ortográfico

Dentro de la ortografía del español hay una mano (☞) que no es un emoji, aunque lo parezca, sino un signo al que se conoce como manecilla.

La manecilla forma parte del grupo de signos auxiliares que la ortografía de nuestra lengua incluye como elementos de funciones diversas y de carácter accesorio, donde también encontramos la pleca (|), el calderón (¶) o el signo de párrafo (§). 

Este signo reproduce la figura de una mano vista en horizontal y de perfil con su dedo índice extendido, bien a la derecha (☞), bien a la izquierda (☜). Y tiene el mismo uso que una mano de carne y hueso: señalar.

De naturaleza antropomórfica, este signo fue uno de los más comunes en los manuscritos y libros impresos hasta el siglo XVIII. Se utilizaba en los márgenes de los manuscritos occidentales europeos para llamar la atención sobre determinados fragmentosLas variantes con que aparecía dibujada esta manecilla eran innumerables, desde meras manos con dedos hasta los tentáculos de un pulpo.

Al inventarse la imprenta a finales del siglo XV, la manecilla no desapareció, pues entró en los talleres de la imprenta, dentro del repertorio de letras y signos. Podría decirse que se formalizó: aunque la manecilla impresa era, obviamente, más sobria y uniforme que las dibujadas, cumplía la misma función. 

La manecilla entró en declive en el siglo XVIII, época en que los márgenes de los libros impresos comenzaron a ser ocupados por fragmentos de texto que resumían contenido o recordaban el título del capítulo. Aunque a día de hoy su función la cumple más bien la flecha (otro signo auxiliar), la manecilla (☞) no ha desaparecido, ¡usadla libremente!