Las mariposas en el estómago que afirman sentir los enamorados no son una metáfora. De hecho, se ubican en el plano de las sensaciones viscerales y son tan reales como los cólicos o ardores de barriga que acompañan a veces los eventos desagradables.
Ya hace 4 mil años los egipcios domiciliaban los sentimientos en el aparato digestivo, estableciendo una conexión entre ambos que ha sido desarrollada hasta nuestros días a través de diversos estudios. Vamos, que nuestros estómagos están fuertemente conectados a lo que sentimos, ¡y no sólo cuando comemos!
Eso sí, por muy enamorados que estemos, no brotan mariposas reales en nuestro interior. ¡Que eso sería aún más terrorífico que el amor!
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Galíndez 1990 - España Manuel V. Montalbán (Novela recomendada) |