En las
tiendas de ropa, es normar escuchar una y otra vez la palabra descambiar. De hecho, una amiga mía la
decía todo el rato: “voy descambiar esto”, “si no te gusta lo descambias”, etc.
Y yo siempre pensaba: descambiar no
es un sinónimo de cambiar: ¡es lo contrario! ¡Esa palabra no tiene sentido!
Pero me
equivocaba. Según la RAE, descambiar significa destrocar, que, a su vez, significa “deshacer
el trueque o cambio”. Considerando que la compra de un artículo no deja de
ser un cambio (o trueque) de dinero por un bien, descambiar supone recuperar el
dinero y devolver el bien, es decir, deshacer el cambio.
Por
tanto, cuando devolvemos un bien comprado (una camiseta, una lavadora o lo que
sea), lo estamos cambiando (por dinero o por otro bien) y, por consiguiente, lo
estamos descambiando.
Así que
ya sabéis: aunque parezca mentira, se
puede decir descambiar. Y con
todo el derecho del mundo.
La
recomendación de la semana es para la sorprendente película Carmina y Amén, que os insto encarecidamente
a ver (podéis leer más sobre ella aquí).