A raíz de las interesantes dudas despertadas por el artículo dedicado a la pronunciación de la letra equis («x»), he decidido dedicar este artículo a explicar por qué México, Texas y otros topónimos americanos se escriben con equis pero se pronuncian con jota. Lamentablemente, la respuesta (extraída de la RAE) es bastante aburrida.
En la Edad Media, la grafía /x/ representaba un sonido palatal fricativo sordo, cuya pronunciación era similar al /sh/ inglés y el /ch/ francés actuales. Así, palabras como dixo (hoy dijo) o traxo (hoy trajo) se pronunciaban /dísho/ o /trásho/ (donde /sh/ representa un sonido parecido al que emitimos cuando queremos imponer silencio). Este sonido evolucionó a partir del siglo XVI hasta convertirse en el sonido velar fricativo sordo /j/, que en la escritura moderna se representa con las letras «j» o «g». No obstante, la grafía arcaica con «x» se conserva en varios topónimos americanos, como México, Oaxaca y Texas, con sus respectivos derivados mexicano, oaxaqueño, texano, etc., y en variantes americanas de algunos nombres propios de persona, como Ximena. Por tanto, pese a escribirse con equis, todos estos vocablos deben pronunciarse con jota.
También hay restos de esta «x» arcaica en algunos topónimos españoles que hoy se leen con sonido /k+s/, como Almorox, Borox, Guadix y Sax, cuyos gentilicios (almorojano, borojeño, guadijeño y sajeño, respectivamente) demuestran que, en su origen, la «x» que contienen se pronunciaba /j/.
Probablemente olvidaréis el motivo exacto, pero al menos ya sabéis que la pronunciación castellana de México como /Méjico/ tiene un clara explicación histórica. Espero que descubrirlo os haya resultado interesante.